Capítulo Tres: ¡Despertó!

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Estaba empezando el día y Yeferson seguía en coma, o  al menos eso era lo que nos decían los médicos.

Yurany parece que encontró su vocación, solo que con su mala memoria no debería impulsarla a que sea enfermera, aunque en el SENA puede hacer carrera apenas salga del colegio.

El caso fue que a eso de las doce del medio día, cuando estaba llegando La Raspada con el almuerzo para Yurany y yo; la niña salió llorando de la pieza. ¡Despertó! ¡Despertó! ¡Está vivo papá! ¡No lo envenené! gritaba. Yo la abracé, sonreí.

Yeferson había vuelto en sí, con un guayabo de padre y señor nuestro.

Las mujeres, todas esas que se habían presentado como la novia del muchacho, olvidaron su rivalidad y se abrazaron de alegría. Y como la estampida de antílopes que mató a Mufasa en el Rey León, se fueron corriendo hasta la pieza, violando las reglas del hospital y con la intención de violar a Yeferson también.

Lo triste de todo es que el muchacho volvió en sí pero no recuerda nada, o bueno, decidió dejar en la laguna esa en la que estaba, algunos recuerdos. Por ejemplo: se acuerda de Yurany y de mi, pero no se acuerda que Gladys ya no está con nosotros, así que está esperando a que su mamá venga de trabajar a visitarlo.

Y bueno, eso se le perdona, el golpe según nos contó la raspada fue muy grande y él, para evitar que ella se matara, decidió protegerla. Lo que no se le perdona es que se acuerde de las dos que casi me matan a Yurany y no se acuerde de la que nos trae comida, es más, dice que no la conoce.

Ustedes no saben lo que es ver a esa niñita que aparte de ser bonita y buena gente, es toda delicadita, llorando. Es como ver una costra de una herida triste; es más, salió gritando de la pieza y Yurany detrás de ella dispuesta a consolarla y a explicarle que eso se le iba a pasar.

Igual yo sé que Yurany está haciendo todo por puro interés, ya que necesitamos el almuercito que “La Costrica” nos lleva todos los días. Además un almuerzo en esa clínica vale casi lo que vale una pieza en el Dann Carlton. Así que si no se puede salvar la relación con Yeferson, al menos salvaremos el bolsillo y la tripa.