Capítulo Cuatro: La inteligencia de Yurany

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Con Yeferson ya despierto y valiéndose de sí mismo para vivir, se viene una de las etapas mas duras de nosotros como familia: decirle que Gladys ya no está con nosotros y conseguir la plata para pagar la pieza y el cuidado del muchacho.

La suma que debemos recoger para que nos devuelvan a Yeferson asciende a los novecientos mil pesos, que obviamente no tenemos que no podemos conseguir de la noche a la mañana o al menos eso creí yo.

Resulta que de tanto desprestigiar a la memoria de la muchacha, se me había olvidado que ella también pensaba y tenía ideas; ideas que me sorprendieron.

Sucede que durante el almuerzo que tuvimos (La Raspada dejó su enojo y entendió las razones de Yurany), a mi muchacha se le ocurrió rifar el televisor que sacamos a crédito en Flamingo en Navidad, que yo ya estaba pensando en empeñar para comprarle una cojinería nueva al taxi y que no hemos pagado.

La Costrica, apodo más tiernito que le puse a la que yo creo y quiero que sea mi nuera, se entusiasmó toda y dijo que ella ponía la impresora para imprimir las boletas. Así que estamos manos a la obra vendiéndolas a diez mil para pagar la pieza de Yeferson que ya debe estar muy cómodo y no debe querer irse, pero a nosotros ese gota a gota y su comodidad nos pueden quebrar.