No caliente lo que no se va a comer

uniforme

Foto: http://notengoniideadecoserperolointento.blogspot.com/

Desde sexto hasta once estudié en el INEM. Y allí había una niña muy bonita. Bajita, nalgona, con una sonrisa bonita. Me gustó siempre.

Nunca hablamos porque ella era como toda niña linda de colegio: maquillada, miraba por encima del hombro y muy rosa para mi.

Todo lo contrario a lo que era yo: un peludo (tenía el pelo a los hombros), «punkero», de pantalones rotos y tennis de colores.

Igual, cada que pasaba frente a mi, me quedaba mirándola. Lástima que nunca pensé lo que pasaría en décimo.

Desde que estaba en octavo me sentaba en la Capilla del colegio, el sitio estaba ubicado a la entrada del colegio. Veíamos a todos llegar

Y entonces como buenos muchachos con las hormonas a full, tirábamos piropos y lográbamos, como rockeritos, ganarnos el asco del colegio.

Poco a poco con mis piropos fui encaminándome al viejo verde que soy hoy. Eso sí, cuando pasaba ella, Juanse se quedaba callado.

En décimo yo era más viejo verde que en octavo, tenía camisetas corticas, pantalones rotos y el pelo más largo aún.

Ella empezó a estudiar con todos mis amiguitos «rockeros» que escogieron ser poetas. Así que algo cambió.

Ella empezó a juntarse con nosotros en La Capilla y empecé a caerle bien. Seguía siendo un patán, pero cuando estaba ella, calladito.

Un día, estábamos finalizando el segundo descanso, yo me iba para taller de maderas y ella entraba a clase de español con todos ellos.

De repente, cuando me estaba yendo, apareció su amiguita, la que nunca la desamparaba y me dijo: Molina, que vos le gustás a M.

Eso fue como un bajón extraño. Yo soy feo, ella era muy linda, yo, como Jaider Villa, no fui al colegio a conseguir novia.

La barriga se me llenó de maripositas, iba a ser como el primer amor serio del colegio. La vieja remató con un: Que si hablan a la salida.

Yo, con las piernas temblándome de lo pendejo que soy, le dije que sí y me fui para clase. Me dijeron que la última clase era de ciencias.

Para los que no sepan, el INEM es como una ciudad chiquita, hay un bloque por cada materia. Y hay que cambiar de salón en cada clase.

Yo iba para el bloque de Industrial (mi énfasis) y ella iba para el bloque de ciencias. Tenía que ir a recogerla después de clase.

Cuando llegué al salón, mis dos mejores amigos del colegio me estaban esperando. ¿Qué te dijeron de M? me preguntó Y. Yo sé, dijo D.

Por esos días estábamos haciendo un ajedrez enchapado. Entonces mientras cortábamos las piezas, ellos iban inventando una bonita relación.

Yo había dicho no enamorarme en el colegio después de que otra vieja me estrelló y después de una «rompida» de corazón la verraca.

Pero ella, ella se merecía todo mi amor.

Fui a esperarla al bloque de ciencias. A nosotros siempre nos soltaban más temprano cuando era taller.

En esa oscuridad nos escondían la maquinaria y las herramientas. Con ellas de noche eramos más peligrosos que «hinchas» en un clásico.

La esperé, yo tenía un discman, así que puse un disco de The Meas mientras salía de clase.

Cuando sonó el timbre, ella salió corriendo. Yo la llamé y no volteó. La amiga me dio un papelito. Tenía el teléfono de la casa de ella.

Este fue el tablero de ajedrez que enchapamos en clase. https://twitter.com/Juansems/status/385599995917115393/photo/1

Esa noche, el muchacho tímido que siempre ha habitado en mi, se escondió. Me armé de valor y con mariposas en la barriga, la llamé.

Su voz, su voz era espectacular. Ese día hablamos dos horas. Si, mi mamá me dijo lo de «El teléfono es para acortar distancias…»

Al otro día, como a las diez de la mañana. (Yo estudiaba en la tarde), ella me llamó. Parce, fui el ser más feliz del mundo.

La niña más linda del curso, una de las más del colegio según el criterio de muchos, no sólo mío, me estaba tirando los perros.

Eso sí, ese día, cuando llegamos al colegio, nos encontramos en La Capilla y ella no me habló. Es más, de una se fue para clase.

Yo le había contado la historia a Y y él se la pasó a D, de lo que había pasado en la noche y la mañana. Cuando ella salió corriendo ambos me miraron y se cagaron de la risa. En el primer descanso, como ahí en la capilla vendíamos de todo, le regalé un brownie.

Ella no dijo ni Mu. Así que me tocó irme a la emisora, allí pondríamos algo de música. Teníamos todo controlado los «Rockeros».

Sólo los viernes poníamos Reggaetón. Lo llamábamos el día del Salpicón o algo así y cabía salsa de Motel y ese pop romanticón.

En la emisora estuvimos todo ese descanso y al siguiente ella no apareció en la Capilla. Es más, ese día, en la noche, tampoco apareció allá

Cuando llegué a mi casa, Pum! me llamó. Me dijo que gracias por el Brownie, que no supo que decir, que la disculpara, que era tímida.

Yo le dije que relax, pero que no sabía el esfuerzo que estaba haciendo, porque yo era más tímido y pues, no sabía cómo iba a reaccionar.

Al otro día, en el descanso, cuando salí de la emisora, ella me regaló un pastel de pollo con coca cola para resarcirse. Yo le agradecí.

Ella se fue. No me dijo una sola palabra. Sólo me dio eso y ya. De ahí en adelante fuimos cruces de sonrisas, matadas de ojo, entre otros.

Pero no cruzábamos una sola palabra frente a frente. Eso sí, que no nos pusieran un teléfono cerca, eso nos comíamos el plan de 1000 minutos.

Si, en esa época el plan máximo que ofrecía UNE era de  1000 minutos.

La cosa es que un día, ella me salió con que teníamos que hablar muy seriamente de «nosotros». Yo me sorprendí. Le dije que si en vivo.

Ella me dijo que sí, que ya tenía valor para decirme cómo eran las cosas y que no le importaba que yo viviera tan lejos.

Yo siempre he vivido en La Estrella, ella vivía en Santo Domingo Savio. Allí cerca, como a 15 estaciones de Metro.

Para visitarnos tendríamos que atravesar toda la ciudad. Teníamos el INEM que queda en el Poblado, como excusa para hacernos visita.

Yo me imaginé la vida entera con ella. Cómo iba a ser, si le iba a escribir algo (En esa época ya escribía). Así de ilusos somos los feos.

Ella se desapareció después de esa conversación. Por COMPLETO. Ni iba al colegio. Creo que algo hice mal o tal vez a mi me hicieron mal

Yo deseché toda oportunidad. Me di al dolor, escribía lamentos en un papelito y ya, los guardaba y después me sentaba en mi piano a ver que salía, a una que otra le puse música, las otras las quemé. Era como una decepción. No sé de qué, pero estaba decepcionado. Aburrido.

Era la mujer más linda del colegio y pum, un día me para bolas y cuando vamos a concretar todo, pum, se desapareció.

Era un viernes de Salpicón en la emisora, me acuerdo muy bien. Yo estaba sentado en la capilla comiéndome mi pastel de pollo con coca cola

Estábamos en el descanso más largo y de repente, algo pasó en la emisora. Allá, donde nadie hablaba, sin mediar palabra, alguien habló.

Era la voz de uno de mis amigos que dijo esto: «Buenas tardes compañeros, hoy vamos a hacer una excepción en esta emisora resulta que tenemos a una chica muy enamorada y muy apenada, que quiere decirle algo al man que le gusta y no sabe cómo el man todos lo conocen, es el crespo peludo que se hace en La Capilla, y pues nada, sólo quiere dedicarle esta canción y que hablen»

En La Capilla sólo había un crespo peludo. Era yo, que me estaba terminando de engullir el pastelito de pollo.

En ese momento fui bombardeado por una horripilante melodía que hoy recuerdo con más odio del que sentí ese día

Disfrútenla: http://www.youtube.com/watch?v=ThDPFpo4UTU nunca he sabido cómo se llama.

Yo me paré, colorado, muy colorado, era como rabia, pena y hasta pendejada de enamoramiento. Miré a mi izquierda.

Ella estaba en la entrada del bloque que nos correspondía a los décimos. Cuando se cruzaron las miradas, salió corriendo a esconderse.

Con canción dedicada, pena, rabia, amor y esas cosas de estudiante de colegio, decidí esperarla a la salida. Teníamos que hablar sí o sí.

Ahí fue, eran las siete de la noche y ella llegó. Me sonrió y me dio un abrazo, un besito esquineado. Yo sentí el amor.

Le dije que entonces qué, que cómo íbamos, que qué seguía. Ella me dijo que nada, que no podía pasar nada entre nosotros.

Que ella no era capaz de meterse conmigo, que eramos muy distintos, que no quería dañar la relación tan bonita que teníamos.

Creo que fue muy difícil de entender. Pero se fue, sin un adiós y sin nada. Nunca más volvió a llamar. Yo la llamé y no pasó al teléfono

Si ve que los feos somos muy ilusos. Sólo me sonreía en el colegio cuando pasaba a mi lado. Yo no quería ni eso. Así que preparé mi venganza

En la emisora puse un tracklist donde dos canciones se robaban el show: esta http://www.youtube.com/watch?v=20ggp0qq_pI y esta: http://www.youtube.com/watch?v=nfsT6hY1yQE

Sobre todo por el final de la segunda. Uno era muy inmaduro, pues, aún lo soy, pero ya no dedico canciones.

Sobre todo por el final de la segunda. Uno era muy inmaduro, pues, aún lo soy, pero ya no dedico canciones.

Me dijo que la disculpara, que si podíamos volver a empezar las cosas. Yo le dije que no, que éramos muy distintos, que ya no importaba nada

Que se podía ir al carajo, que así eran todas las viejas como ella… y no le finalicé como la segunda canción, porque maluco

El caso fue que quedamos como «amigos». Pero nunca más volvimos a hablar. Ella terminó con otro amigo de La Capilla

Como Bonus les voy a contar la historia con la que rompí toda relación con ella…

Les dije que era un patán y que echaba piropos. Pues un día, ella iba con la mamá por el pasillo y yo estaba en la capilla parchado.

Pasaron frente a mi y saqué uno de los mejores piropos de mi repertorio, mis amigos lo pidieron. Gritaban: «Moli, un piropo pa´ la suegra»

Yo tomé aire y dije duro: «Uy señora, le cambio a su hija por un piano y así tocamos los dos».

Al otro día sólo llegó y me dijo: «Vos sí sos guache, ¿no te da pena de mi mamá?» Yo le dije: ¿A vos te dio pena jugar conmigo?»

Se enojó y se fue. Y ya, hasta ahí duró esa relación de colegio.