Capítulo Quince: Mutante

Yeferson no apareció ayer y me tocó quedarme con la simcard sin saber qué hacer.

Así que salí a trabajar a ver si consigo la plata y le pago el celular al señor. Aunque ya no llamó y llama no le podré contestar, se tendrá que dar al dolor.

El trabajo estuvo más bien suave, uno a veces por más que se la rebusque no la encuentra, además a la gente pareciera que en los primeros días del año no le pagan y anda a todo en bus. Por eso los acopios por estos días están llenos y los servicios por radio son más bien pocos.

Con esa aburrición por el poco trabajo tomé la decisión de irme para la casa a ver si cocinaba algo y si aparecía el Yefereson con la plata del celular al menos.

Aunque la sorpresa fue apenas crucé la puerta y no fue por Yeferson precisamente.

Con el ánimo de preparar un almuerzo muy rico llegué a la casa y un olor se me metió por la nariz, era como a azúcar quemado, mezclado como con el olor del aguacate. Yo me imaginé que Yurany se había puesto a cocinar otra vez y que como ya es su costumbre la estaba cagando entre las ollas. Porque el olor, ante todo era insoportable.

Al fondo se escuchaban como unos sollozos y no eran del reggaetón que estaba a todo taco en el equipo de sonido. Parecía que era de una de las dos muchachas. Sí, La Costrica casi que que vive con nosotros así el Yeferson aún no se acuerde de ella.

Yo, pensando que podría ser algo grave lo que estaba pasando agarré la escoba que estaba en el pasillo, porque tal parece que Yurany la dejó olvidada ahí y me fui despacito hasta la cocina como en guardia por si había que descargarle un palazo al que estuviera haciéndole cosas a las niñas.

La cosa fue que apenas entré a la cocina el cuadro que me encontré fue totalmente distinto al que me imaginé. La Yurany era la de los sollozos y estaba llorando porque efectivamente habían mezclado azúcar con aguacate en una olla, pero el objetivo era hacer una mascarilla. Lo que les pasó fue que se echaron eso en la cara medio tibio y ahora que se enfrío se les quedó pegado a la cara y no saben cómo quitárselo. ¡Parecen Mutantes!

La Costrica, tenía la cara como verde y estaba con una cuchara raspándole la cara a Yurany, que para que la mascarilla se despegara y saliera fácil, destapando de un tirón todos los poros. Pero no funcionó.

Así que cuando llegué, ya llevaban mucho rato intentándole y Yurany desesperada se había puesto a llorar.

Yo les sugerí alcohol y le hice chistes sobre los X-Men, ahora las dos muchachas están rezando para no quedar desfiguradas. La una porque aspira conseguir novio sin saber cocinar y la otra porque aún cree que Yeferson va a volver.