Ducha para el frío

pareja en duchaFoto: http://albordedetucama.blogspot.com/

Llegué con la lluvia, me miraste el rostro mojado, sonreíste.Me besaste y me cubriste. Yo tosí. Me quité la ropa mojada y te pedí una ducha de agua caliente

Me señalaste el baño y a las carreras me metí allí. Tenía los dedos arrugados por el frío. Lentamente sentí cómo el agua me iba recorriendo el cuerpo y le daba nuevamente calor

La puerta de repente se abrió. Sin saber por qué, pero con la seguridad de que era lo que siempre habíamos deseado, entraste.

Yo te pregunté el por qué y te excusaste en que no había toallas en ese lugar, pese a que había tres en cada uno de sus lugares

Sonreíste mientras te ibas quitando toda la ropa

Yo te miraba, te reconocía en silencio…Recorrí cada uno de tus tatuajes con mis ojos y quise besarlos uno a uno.

Quedaste desnuda, con tus pliegues y tu sinceridad expuestas ante mí y mi excitación. Te metiste a la ducha y empezaste a recorrerme el cuerpo con las manos. Alegabas que el agua no me daría el calor que tú sí.

Nos quedamos en silencio, nos miramos y nos recorrimos con los dedos. Yo delineaba cada uno de tus relieves con mis dedos, observaba cómo tu cuerpo se erizaba. Te besé el cuello.

Al ritmo que mi saliva mojó entre el lóbulo de tu oreja y tu clavícula, los poros de tu piel iban reaccionando uno a uno; siendo los de tus pezones los que delataban el verdadero placer que sentías.

Me miraste, pícara y sin nada qué decir.

Me besaste todo el cuerpo…

Yo te miraba en silencio, tenía sed de vos, de tu sexo, de tu placer.

El agua nos ponía colorada la piel. Decidí acostarte en el suelo, te erizaste. Aún no sabes si fue por el frío de las baldosas o por lo que estaban haciendo mis dedos corazón y anular entre tus piernas.

Hacía movimientos leves con ellos y sentía cómo eras fuente y placer en ellos. Decidí besarte los labios.

Cuando mi lengua empezó a surcarlos, agarraste mi cabeza con fuerza y la aferraste a tu cuerpo. Eran besos largos y profundos que te daban pequeños espasmos que tu pelvis no sabía cómo controlar.

Los movimientos se fueron igualando. Hasta que tu cuerpo no aguantó más y se detuvo en un espasmo largo, un gemido profundo, un charco gigante. Sonreíste.

Cerré la ducha, te pasé una toalla para que te secaras, agarré otra para mí. Tosí de nuevo.