Capítulo Once: Comunicación Directa

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Hoy madrugué a la empresa de taxi para que me activaran el radioteléfono: salí más endeudado de lo que pensé.

Cuando llegué me ofrecieron un cupo allá, algo que es primordial para afiliarme a la empresa y me llamen a pedir servicios. Luego me ofrecieron una calcomanía para poner en la parte de atrás del carro, en todo el vidrio; y finalmente me ofrecieron un aparato nuevo.

Mientras me iban diciendo cada una de las cosas, yo iba asintiendo. Además me ofrecieron que todo eso se podía pagar por cuotas y yo, ni corto ni perezoso, acepté. Ahora tengo un taxi con todas las de la ley, pero pagado a cuotas, por si lo quieren comprar. Eso sí, hay algo que me parece sorprendente y acá les voy a contar qué es.

El aparato que me ofrecieron y el que más me ha deslumbrado, es el que les había dicho que parece un celular. Solo que en la empresa lo llaman mando, ya que desde ahí yo mando lo que quiera.

Sirve para ver el mapa de llegada hacia la casa del usuario, además da los datos completos de quien solicitó el servicio. Tiene chat y mensajes de texto. Incluso allá me dijeron que tenía vigilancia satelital; y lo mejor de todo: comunicación directa con el cielo.

Todo el día estuve en proceso de aprender a manejar el aparatejo ese y se podría decir que ya manejo las cosas básicas.

En este momento estoy es demasiado entusiasmado, sobre todo con eso de la comunicación directa con el cielo.

¿Ustedes se imaginan que le mande un mensaje a Gladys por el aparatico y ella me responda?

Estoy endeudado pero feliz.