«El fútbol, metáfora de la guerra, puede convertirse, a veces, en guerra de verdad… la violencia que desemboca en el fútbol no viene del fútbol, del mismo modo que las lágrimas no vienen del pañuelo…» Las lágrimas no vienen del pañuelo – Eduardo Galeano
Los hechos violentos que se han vivido alrededor del fútbol en las últimas semanas son sólo un reflejo de la sociedad que somos.
Colombia es un país que en sus doscientos años de historia tal vez no ha vivido un día de paz y tranquilidad. Doscientos años en los que hemos pasado de guerra en guerra: por tierra, por fronteras, por colores, por oportunidades; hoy por “fútbol”.
Yo soy un ferviente seguidor del fútbol, disfruto tanto el colombiano, como el brasilero, el argentino, el europeo y así como lo disfruto, trato de estudiarlo como movimiento social y me duele que en un afán por encontrar culpables, se vea perjudicado. Porque si, a mi modo de ver, es un afán por encontrar a quién echarle la culpa de lo que pasa constantemente en nuestro país.
Si, yo sé que tres muertos en un fin de semana es una cosa estrambótica, pero ¿Acaso no es una cifra mínima para la cantidad de muertos a diario que hay en el país? La situación, a mi parecer, es que a nosotros como colombianos, la violencia se nos volvió paisaje y encontrar que la gente se mata con una camiseta de fútbol nos parece novedoso, aberrante y hasta deplorable. Y sí lo es, pero tampoco es para armar el drama en el que hoy nos encontramos, donde la decisión más viable de imposibilidad es acabar con el campeonato nacional. Es más, les voy a poner un ejemplo: la guerrilla llegaba a las poblaciones y bombardeaba con cilindros de gas y no por eso el gobierno dejó de vender cilindros de gas.
El inconveniente no es del fútbol, el fútbol es un deporte y hasta una justificación para matar o agredir en un país donde te matan y te agreden sin razón alguna. Donde alguien te pega una puñalada porque “lo miraste mal”, donde te dan un golpe por gritar, donde te insultan verbalmente por no avanzar rápido en el semáforo.
Tal vez los muertos del fútbol, que en el noventa por ciento de los casos ocurren fuera de los estadios, no son culpa del deporte, sino culpa de lo que somos. Porque muchos ocurren en los barrios a kilómetros de la cancha, donde las problemáticas de abandono social, oportunidades de empleo y estudio, la drogadicción y otros más que se pueden enumerar, hacen parte de nuestro diario vivir y están empujando a que nuestros jóvenes, sean o no, hinchas de un equipo de fútbol, se maten sin razón alguna.
La situación de buscar culpables siempre estará, sobre todo porque necesitamos a quién echarle la culpa, pero en un acto de sensatez ¿vieron las camisetas de Millonarios en los incidentes donde murió el hincha de Nacional? es más, ¿vieron la camiseta de Nacional que tenía el hincha de Nacional? Nos dimos cuenta que era hincha de Nacional por las redes sociales y porque sus conocidos alertaron la situación; y supimos que eran hinchas de Millonarios porque los ánimos estaban muy calientes porque insultos iban y venían en redes sociales y porque muchos hinchas azules celebraron la situación; pero el muerto pudo ser usted que lee esto, o yo, o cualquiera, porque en eso nos convertimos, en bestias que no toleramos la presencia de otra persona a nuestro alrededor y lo único que encontramos para evitarlo es eliminarlo.
Aquí está la pregunta que titula este post ¿La culpa es del fútbol? Tal vez no, la culpa viene desde un lugar más profundo en el ser humano, en su educación, en su mentalidad, en las oportunidades que se le brindan. Porque aunque usted no lo crea, hoy nos matamos por oportunidades: de empleo, de alimentación, hasta hacemos disturbios porque una marca X lanzó unas ollas a presión y se acabaron.
Entonces, si usted quiere encontrar un culpable, encuéntrelo, pero piense qué puede hacer para resolver la situación, o evitarla. Algunos optaron por no ir al estadio y aún así han encontrado la muerte o la agresión en el centro de la ciudad cuando van caminando. Otros optaron por no usar indumentaria del equipo de sus amores, pero aún así los pueden agredir en la calle sin razón alguna. Es más, si es de los que dice que las administraciones no acompañan a los hinchas, está equivocado, Colombia es tal vez uno de los pocos países del mundo donde las barras de equipos rivales, trabajan en conjunto y en proyectos sociales para evitar lo que hoy, según muchos, se está viviendo a diario por culpa del fútbol.
Además, si va a echar el cuento de que en Inglaterra pudieron, no crea tanto lo que dicen. En Inglaterra no pudieron. Alejaron la violencia en los estadios de primera división, pero afuera se siguen matando; le negaron la entrada a algunos hooligans, pero eso no evita que peleen afuera, es más tuvieron que venderle sus clubes de primera división a inversionistas asiáticos y convertir sus clubes en equipos para turistas que pueden pagar una boleta, pero aún así no alejaron la violencia.
Incluso, sin ir muy lejos, hace un par de semanas, durante la eliminatoria europea, en Bucarest, sesenta y cinco capturados hubo un día antes del partido que enfrentó a Rumania contra Hungría. El problema no es exclusivo y allá como acá, es algo social que es mucho más profundo que un partido de fútbol.
A mi me duelen los muertos, claro que sí; también me duele el fútbol, sobre todo me duele encontrarlo culpable cuando no tiene la culpa de lo que somos como personas, como depredadores, me duele que sea la excusa para dañar, agredir y hasta eliminar a alguien, me duele que muchas veces se avise previamente a las autoridades y estas no hagan nada, y sobre todo, me duele que pese a los avances que se han logrado, con cada situación que ocurre a su alrededor, retrocedamos tres pasos.