SiempreViva y la necesidad de mantener la memoria.

Vivir en una casa que fue transformada en hostal, inquilinato o como lo quiera llamar, es conocer distintas culturas, distintos comportamientos y, lo más difícil de todo, convivir con otras personas. Pero sobre todo, si hay algo que nos enseñan esas casas es que parecieran estar vivas siempre, porque siempre hay alguien rondándolas, caminándolas y pensándolas. A esas casas va dedicada SiempreViva.

La esperé, sí, desde que vi su trailer la esperé. Tal vez por Carriazo, Parra y Arévalo, tal vez porque desde mi óptica, nos falta cine que nos lleve a hacer memoria y una película de este corte me gustará y la iré a ver siempre, pero sobre todo la esperé porque se metía con nuestro holocausto, con esa mancha hecha de remolacha y que aún pervive.

Pero lo que me encontré, fue tal vez lo que no me esperaba.

Pese a que el trailer muestra un gran tratamiento de la imagen, no pensé que fuera a ser tan limpia, tan bien pensada. Tiene una fotografía impecable y una narrativa deliciosa, porque todo, absolutamente todo ocurre en el interior de una casa de La Candelaria, de ese barriecito que sigue incrustado antes de subir los cerros, a unas cuadras de la Plaza de Bolivar; todo ocurre dentro de una de las muchas casas que allí se encuentran siempre vivas, llenas de turistas, de estudiantes, de artistas que alguna vez nos dejamos conquistar por esas calles empedradas y adoquinadas y hemos vivido por cortos o largos periodos allí y convivido con los pesares, las tristezas y las alegrías de otros, que con el pasar de los días, se van convirtiendo en nuestra familia.

Juegos con el foco de la cámara, planos secuencia que siguen escenas donde la pobreza, la humillación y la alegría se mezclan para convertir en poesía la autodestrucción de una casa, del pueblo colombiano y sobre todo, de la justicia del país.

Y aunque tal vez para muchos se vuelva tediosa la película porque el escenario no cambia, la recursividad de la producción deja ver una preferencia por la historia, por la narrativa audiovisual y un conocimiento del escenario tal, que hacen que esta película se convierta en una obra teatral.

Pero para lograr esta obra y poder convertirla en lo que narrativamente es, necesitas de una buena actuación y los elegidos para hacerlo se fajaron unos muy buenos papeles, capaces de hacer identificar a los espectadores con diferentes tipos de personas que te encuentras en la calle, capaces de hacer despertar sentimientos que van de la lástima al humor, del oportunismo a la rabia y del dolor a la reconciliación.

Si usted acepta ir a ver SiempreViva, tal vez las lágrimas le colmen los ojos al ver un payaso que no ríe, o al ver a un aparentoso que no sabe cómo ocultar lo que no es ni tiene, o a un bueno para nada sumirse en la vagancia, o a una mujer resignada al machismo, o a un enamorado fracasado, o a una madre abnegada que lo único que no pierde es la esperanza.

Quiero pensar en todo lo que puede pasar por la cabeza de alguien que vive en carne propia el dolor de perder un ser querido por la inclemente situación del país, quiero pensar en esa sensación que se tiene al sentirlo vivo, al insistir con que está vivo, quiero pensar en casas que no duermen y siempre están esperando llamadas que nunca llegarán, pensar en personas que posiblemente están bajo tierra en fosas comunes y para muchos otros están vivos, quiero pensar y que no me duela eso, ni saber que, a veces, la muerte les toca la puerta, se los lleva y ellos siguen aferrados a esa esperanza de que la justicia llegará.

SiempreViva es eso, un homenaje a todas esas personas desaparecidas que la violencia le ha arrancado a miles de familias, un homenaje a esta tierra indolente que se hace la de la vista gorda ante el dolor de otros, un homenaje a esos que repudiamos a quienes son conscientes del dolor que cometen y pese a ello siguen ensañados con sus víctimas callándose nombres, lugares y hasta acciones. SiempreViva es un golpe en la cara para esos que escogen un bando en esta triste guerra entre colombianos y, con tristeza, prefieren que nos sigamos matando a que al menos, algunos, sepan si pueden descansar en paz.

Nota: Lo más lindo de todo es saber que la película se financió por una plataforma de Crowdfunding, muestra de que poco a poco, esta alternativa se abre camino en el país para que hagamos arte.