Cita concertada

A Angelica por la propuesta.

Pareja eroticaLos nervios que me generaba solo pensar que vendría eran indescriptibles, ¿Qué le diría? ¿Qué pasaría entre nosotros? ¿Se decepcionaría al verme personalmente?

La había conocido por el videochat y solo por ahí nos habíamos visto, su cuerpo esbelto era algo que había podido observar varias veces cuando se cambiaba la ropa delante mío, pero hoy tenerla cerca, que venga desde su ciudad nada más que a verme me genera excitación.

Ahí estaba en la estación del metro que habíamos acordado, una camisa a cuadros rojos, un jean azul demasiado oscuro pero que jugaba con su camisa y que entre ambos le marcaban el cuerpo como me gustaba.

Me acerqué

-¿Eres Angélica?- le pregunté.

-Si- respondió y me dio un beso que escudriñó entre mi boca hasta encontrar mi lengua y hacerme erizar el cuello y los brazos de manera incontrolable.

Me sonrió y me tomó el brazo.

-¿qué quieres hacer?- me preguntó.

-No se, tu eres la que viene de otra ciudad, debería ser yo el que hiciera esa pregunta.-le dije

-Bueno, siendo así, llévame a tu casa.

Tomamos el metro y nos dirigimos a mi casa ubicada en la zona sur oriental de la ciudad, el sol estaba intenso y me hacía sudar, aunque ella sudaba más que yo, su origen de tierra fría la obligaba a eso.

Llegamos y sin mediar palabra, ni ofrecerle nada, fue soltándose el cabello que había recogido durante el viaje y abalanzándose sobre mi violentamente, sus piernas se aferraron a mi cintura mientras sus brazos rodeaban mi cuello para caer. Sus labios buscaron los míos y sentí como con un beso que le di, fue perdiendo la solidez en su agarre a causa de lo que estos también le producían.

Sonrió cuando abrió sus ojos y me encontró mirándola fijamente. Sus labios de color rosa intenso tuvieron que ser mojados por su lengua, cosa que fue subiendo mi lívido al máximo.

La descargué en la cama y allí uno a uno fui desabrochando los botones de la camisa, dejando al descubierto un par de senos que se acoplaron firmes a mi mano y que no demoraría en lamer para que no bajara la intensidad.

Ahí iba yo, con mis labios recorriendo ese pecho que se abrió ante mí, ella me miraba sin saber que hacer, sus manos temblando se aferraron a mi camiseta y la sacaron, algo que me distrajo y a lo que ella sumó un beso, pero que no hizo desviar mi objetivo.

Desde su boca retomé el camino y empecé por besar su cuello, su espalda se arqueó, sus poros se manifestaron y mi lengua empezó a hacer de las suyas.

Del cuello bajé al pecho y fui sumergiéndome en ese par de senos que había deseado durante mucho tiempo ya. Poco a poco mi respiración iba marcando su excitación, hasta que sin que ella se diera cuenta posé mi lengua en su aureola y luego en el pezón, moviéndola lentamente y sacando de su ser gemidos que nunca había escuchado.

-Discúlpame- dijo.

-Tranquila- respondí, poniendo la atención de mis manos en su pantalón.

Los dedos fueron desabrochándolo mientras la lengua seguía encantada con sus pezones que cada vez estaba mas erguidos ante tanto placer.

Cuando terminé de sacarle el pantalón encontré ante mi una tanga roja, excitante, asi como las películas dicen que produce ver ese color en momentos de pasión, me sentí, bajé con mis dedos hasta tocar el interior de sus piernas, su piel se fue erizando cada vez más y mi boca se despreocupó de los senos y empezaron a bajar por el abdomen, haciendo que se arqueara más y más. la lengua tocó el ombligo y ella gimió, extrañamente, me encantó el gemido y moví nuevamente la lengua en ese sitio, ella siguió gimiendo, mi mano fue recorriendo sus piernas las cuales tenían sus poros en una manifestación de placer que me gustaba demasiado, cuando llegó a la entrepierna sintió como la tanga estaba húmeda, tomé sus caderas, metí mis dedos por entre los hilos de esa tela que me separaba de su desnudez y empecé a sacarla lentamente con mis manos, mientras con mi lengua seguía bajando por su vientre.

La tanga llegó a sus tobillos, ella la sacó tranquilamente y yo no descuidé lo que venía haciendo con mi boca, la besé en el vientre, ella subió su cabeza, me miró, yo la miré, le sonreí y seguí con la lengua mojando su ingle, hasta que llegué a ese anacarado sitio que había deseado desde el momento en el que empecé a desabotonarle la camisa. Ahí mi lengua se posó, ella se arqueó aun más, el tono de los gemidos subió más y mis movimientos también, los dedos empezaron a tocarla justo debajo de donde mi lengua estaba haciendo lo suyo, cosa que la excitó aun más. La velocidad y la manera como los dedos estaban tocando, fueron los que hicieron que en menos de lo imaginado, un orgasmo asomara en la rigidez de su cuerpo, en la manera como sus piernas aprisionaron mi cabeza y en ese gritar de más y más que decían sus labios que no podían contener lo que estaban viviendo.

Ella con una sonrisa, un beso y una búsqueda de sus manos por lo que aun yo tenía escondido, pues no me había desnudado del todo, lo único que hizo fue sacarme el pantalón, me tiró sobre la cama, bajó mi ropa interior y empezó a recorrerme con la lengua desde el cuello hasta que se posó en mi sexo, su lengua lo recorrió, su boca se acopló a él, me miró, su cabello caía sobre su cara, pero se detuvo, abrió sus piernas sobre mí, lo tomó entre sus manos y poco a poco fue empezando con ese movimiento que hizo que entre ambos formáramos uno, sus gemidos hicieron juego con mi respiración, su sudor se fusionó al mío, el calor ya no nos importaba, solo estar ella y yo, dedicándonos el tiempo que hacía ratos veníamos prometiéndonos.

Mi cuerpo se movía a su ritmo, a mi ritmo, a veces cambiábamos de una a otra posición, su cuerpo volvió a arquearse, a erizarse, el mío estaba en ese mismo proceso, ella me tomó fuertemente, sus manos arañaron mi espalda, su respiración la sentí en mi oído, sus ojos se perdieron en la inmensidad, los mios estaban por el mismo sitio, pero no la perdían de vista, ella era mi perdición en este momento, la tomé fuertemente, ella gimió fuerte, yo suspiré, me ericé y acabé ahí mismo.

Nuestros cuerpos siguieron aferrados unos minutos más, fuimos a la cocina, sacamos algo de gaseosa para el calor, el sudor lo cambiamos por una buena ducha, donde todo volvió a empezar.

4 comentarios

  1. JuanSe….
    me pareció genial tu historia…. ¿por que será que me siento tan identificada con ella? …. excelente… sin mas palabras…

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