Atropellado por no ser del montón

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Para nadie es un secreto que en Medellín el índice de consumo de alcohol es muy alto, eso lo dicen la cantidad de accidentes y trifulcas que se presentan cada fin de semana en las horas de la madrugada, además la cantidad de botellas con las que pasan los chicos que las reciclan en el parque del Poblado. Pero eso no indica que por ello, todos hagamos parte de tan selectivo grupo.Hace mas o menos tres años, tomé la decisión definitiva de no volver a tomarme un trago de licor, por mi salud y bienestar tanto económico como social. Pero con esa decisión me di cuenta de las pocas posibilidades que presentan muchos establecimientos de diversión, para las personas no consumidoras de alcohol. Pese a que no soy una persona que se meta mucho a establecimientos de esos, bares, discotecas y demás, en un par de ocasiones, me he sentido violentado por mi manera de ser y de pensar.La primera vez fue en el encuentro de la corporación cultural de unos amigos, a donde me invitaron a participar de una noche de cuentería y música. Atendí a la invitación ese sábado y cuando llegué al bar, sin conocer a nadie y dispuesto a disfrutar de la velada, me senté solo en una mesa. La sorpresa vino cuando la chica que atendía las mesas, se me acercó y me preguntó qué iba a tomar. Como siempre, pregunté qué tenían y la chica se regó en una gran cantidad de bebidas y mezclas, todas llenas de alcohol.

-¿Tienes gaseosa?- le pregunté.
-No.- respondió la chica.
-Entonces traeme un vaso de agua por favor.

La chica, muy apenada me dijo que realmente tenía que consumir si quería continuar ocupando la mesa del sitio. Yo, con la paciencia que tal vez me caracteriza, le pedí entonces que me consiguiera la gaseosa, porque pensaba disfrutar la noche con lo que los chicos habían preparado y ella, movió cielo y tierra, para conseguirme la gaseosa, al final me tomé tres y todos felices. Ella con el dinero por mi consumo y yo pude disfrutar de una buena noche de cuenteros.

Ese fue un evento afortunado, porque la chica salió y buscó las gaseosas para que yo no me parara del sitio y saliera a decir quién sabe qué del lugar.

El otro evento, la otra ocasión, tuvo lugar hoy, miércoles veinte de abril de dos mil once, cuando salí con mis amigos que comparten mi misma manera de pensar y que no consumen licor, dispuestos a ver el partido de la final de la Copa del rey, entre Barcelona y Real Madrid. Eso es historia y todos saben el desenlace, pero para nosotros fue una experiencia más que desafortunada por la negligencia de un sitio.

La invitación la hizo el amigo que siempre se encarga de hacer convocatorias deportivas, aduciendo que había encontrado el lugar, llamado “El son de la 70” en la famosa Setenta de Medellín, perfecto para ver el super clásico español, con gaseosas a muy buen precio y televisores de gran tamaño, un buen sitio para compartir juntos y ver el partido tranquilamente.
Llegamos temprano, porque sabíamos la convocatoria del sitio, además es la semana de vacaciones para muchos y apenas nos ubicamos, el hombre que nos atendió, aparte de que nos pidió la identificación para poder sentarnos, nos dijo que para podernos vender gaseosas, teníamos que consumir al menos cuatro cervezas y nosotros, salimos a comentarlo con el resto de chicos que apenas estaba entrando, porque teníamos quién consumiera licor, pero aún no llegaban. Esperamos afuera, porque no podíamos ni siquiera quedarnos sentados en la mesa, sin pedir, casi que a patadas nos sacaron. Esperamos en la puerta, porque le dijimos al mesero que veníamos con más o menos diez y que nos cuidara la mesa, porque él dijo que eso se llenaba, es más, los dos que habían estado allá tambien lo afirmaron.

Cuando llegaron los que tomaban, volvimos a entrar al sitio y nos sentamos, el mesero nos volvió a atender y nos tomó el pedido, en total eran dos cervezas y mas o menos diez gaseosas. El hombre se va, se demora unos minutos mientras se le ve hablar con el administrador del sitio, trae la primera cerveza y nos dice que ya no hay gaseosas. Que solo cervezas.

Nosotros al no ser consumidores de licor, le preguntamos qué más podía ofrecernos, el hombre nos dice que solo alcohol. Y si no, no podíamos estar ahi.

Como no podíamos estar ahi, nos tocó irnos, con una cerveza en la mano de un amigo, que le valió lo que equivaldría a tres cervezas a precio normal y con las caras largas, mirando como el hombre le servía gaseosas a la demás gente que tenía más consumo de cerveza que de gaseosas en la mesa, y terminar parados a las afueras de un billar, mirando el partido, porque allá valía diez mil pesos sentarse a mirar el partido.

Mis rodillas igual no aguantaron más de veinte minutos parado en el sitio a donde la indignación por el maltrato de “El son de la 70” nos llevó y cuando me devolví, vi como habían alrededor de cinco gaseosas por cada mesa servida. Ahi mi rabia creció más, pero nada podía hacer, no hago parte de esa gran cantidad que para divertirse necesita llenarse la cabeza de alcohol y me di cuenta que si los mismos establecimientos no tienen un trato adecuado y hasta no tienen algo aparte como jugos, gaseosas o maltas, para los que no consumimos alcohol pero que igual consumimos otro tipo de bebidas en los mismos sitios, hablar de igualdad con otras personas, es más complicado aún.

3 comentarios

  1. Vaya, qué mala experiencia, y qué injusta al mismo tiempo.
    No te puedo decir cómo está el asunto por mi ciudad porque hace siglos que no salgo de noche; de hecho, empiezo a preguntarme si alguna vez salí, jajaja!
    Espero que algo así no te vuelva a pasar.
    Un abrazo!

  2. Pues la verdad no se cual es su extrañeza esta es Colombia….. aqui no se respeta a nadie, todos somos dignos de un irrespeto, o mejor de violentar nuestras ideologias, si a los afrocolombianos se les niega la entrada a discotecas como podemos esperar que alguien que no soporta el humo del cigarrillo o el sabor agrio de una cerveza sea respetado, su critica me parece justa, y es mas debería hacer eco de una manera mayor, no le recomiendo las vías legales por que no sirven para nada, pero si con el desprestigio del sitio, que es donde mas les duele.

    para una próxima ocasión le recomiendo llamar con anticipación al sitio y preguntar si pueden respetar sus preferencias, o sin ser irrespetuoso ni violentar sus pensamientos tratar de tomarse una cerveza, es claro que los excesos siempre son perjudiciales.

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