Manos Frías

“Hoy quisiera sentir la lluvia cayendo sobre mi piel, demostrarle a todo el mundo lo que soy capaz de hacer, Quiero hacer llover” gritó. El día estaba soleado, 30º marcaba el medidor de temperatura que hay en el puente que siempre pasa a las 10 de la mañana los jueves. De repente, justo después de que pronunciara éstas palabras, el cielo se nubló y empezaron a caer  goticas de esas que pellizcan, esas que mojan pero a la vez no lo hacen, lluvia menudita, bajó del bus, quiso caminar, sentir la lluvia cayendo sobre su piel. Lloró. 

Desde el día que perdió la razón, nada había deseado, recordaba con odio y dolor ese momento, era un día parecido a ese que estaba viviendo, sol quemando su cuello, gotas de sudor que salían debajo de sus brazos y mojaban su camisa y un amor que lo abordaba y lo hacía vibrar. La llamó, el lugar, el de siempre; Su apartamento en las montañas de la ciudad, allá donde nada los molesta, donde se sientan a ver la urbe moverse, los carros danzar y el humo hacer estragos con el cielo y convertirse en nubes que luego descargaran su ira contra el hombre como lo han hecho en los últimos días, que hasta han inundado las calles y han derrumbado casas.

La amaba, si, la amaba, su cuerpo le encantaba; habían llegado al apartamento, ella se quitó la ropa, se quedó con la tanga y el sostén, él también se puso cómodo, se quedó en ropa interior. Fue a la cocina por un par de bebidas frías, ella estaba en el balcón, miraba hacia abajo, sus curvas se marcaban perfectamente, puso una en su espalda, ella se estremeció y su piel se erizó, le encantaba hacerle eso cuando tenía algo frío en las manos. Conversaron, hicieron el amor incansablemente, el calor de sus cuerpos subió demasiado, sudaban y se perdían el uno en el otro.

Ella se quedó desnuda, volvió al balcón, el sol seguía brillando en el horizonte, él fue a la cocina nuevamente, la miró de espaldas, una lágrima corrió por su mejilla, puso una mano fría en su abdomen, fue subiéndola, le acarició y le besó el cuello.

-Te amo- dijo.

-Yo tambien- respondió ella

-Sabes, estuve pensando y me di cuenta que no sabría qué hacer si me llegaras a faltar.

-No pienses en eso- dijo ella.

-No lo puedo evitar y mucho menos puedo dejar de pensar qué pasaría si me dejaras y te viera con otro, prometeme que siempre pensarás en mi.

-Te lo prometo, hasta el día que me muera.

Sus manos estaban frías, la izquierda en el abdomen de ella, la derecha le cortó el cuello de un solo tajo. Ya no pensará en nadie más, pensó.

9 comentarios

  1. juanse..1ro. Caminar bajo la lluvia es lo mejor que hay…2. Todos queremos estar en el aparatemnto de ella 3ro. porque la tenes que matar ome..jjajaja….juanse te felicito..sos un grande!!!

  2. Que cruel!!!… Un final muy tragico para una historia tan bonita y natural… :SVos sabes lo matada que vivo con tus escritos y obviamente este es uno más de todos los que me han matado de vos!!! jijijiEXITOS!!!

  3. wuuuo q final… exelente historia con un giro totalmente insperado y emocionante, Juanse hasme un favor y hastelo a ti nunka dejes de escribir …pikos y se kuida De: TatiPd: yo se, nunka y kuida es con c no con kPd2: pero me gusta asi y asi se quedaPd3: jajaja…

  4. hay DIos q bonito, esa historia para mi no se por q tiene nombre propio en fin….me encanto me llego al alma y la senti en cada partecita de mi cuerpo… me encanto!!

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