El Velero

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-Papá- llamó Triguisar.

-¿Qué pasa?- contesté.

-¿Cuánto vale un velero?- preguntó el niño.

-Mucha plata- respondí.

-¿Mucha plata es cuánto?- Insistió nuevamente.

-No sé, muchos millones, que yo, tu papá, no tengo- le dije.

-Pero si en la tienda los venden- siguió el chico.

-Pero en una tienda especial de veleros- le dije.

-No, donde Marina, la señora de la tienda, venden veleros, ven y verás.

Triguisar me tomó la mano, me llevó corriendo a la tienda de Marina y efectivamente, pidió un velero, la señora le entendió y sacó un velón del fondo de la repisa.

-¿Ese es tu velero?- le pregunté al niño nuevamente.

-Si papá, cómpramelo- me dijo.

-¿Cuánto vale ese velón?- le pregunté a la tendera.

-Son dos mil quinientos pesos- respondió ella.

Pagué la plata, tomé nuevamente a mi hijo de la mano y volvimos a casa.

-¿Y para qué querías tu ese velón?- le pregunté.

-Velón no, Velero- me corrigió.

-Bueno, ese Velero, ¿para qué lo quieres?- Pregunté.

-Es que mamá cuando estaba en la cama, en los últimos días que la vi, me dijo que cuando quisiera soñar bonito, hiciera un velero, lo encendiera y lo enviara con el río, que ella, vendría a cuidarme los sueños y ya la estoy extrañando.

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