La noche anterior habían hablado hasta eso de las diez de la noche, hora en la que ella generalmente se iba.
Todo se había dado por una simple pregunta que Andrea le hizo a Javier.
-¿Será que algún día te puedo desnudar en uno de mis cuentos?.
-¿Y por qué en un cuento cuando puedes hacerlo en realidad?- le respondió él con una pregunta.
Ahí estaban, frente a frente, ya era de día, Andrea había despertado, Javier, como siempre, había pasado una noche de esas que no se cuentan, donde las pesadillas se roban el show.
Se miraron, era una sorpresa que él estuviera ahí, afuera de la universidad, esperándola. Andrea sonrió.
-Vamos a un mejor lugar. Voy a realizarte el cuento- dijo él.
-¿Pero así, sin más?
-Si, sin más. Voy a desnudarme para ti, para tus cuentos, para tus realidades.
Se metieron al primer hotel que encontraron. Se sonrieron, cómplices, inocentes.
Pidieron una habitación por dos horas. Ella tenía que volver a clase a las diez de la mañana. Así que deben actuar a prisa, como si no se conocieran, como si se pagaran, como si se perdieran, como si se encontraran.
Les dieron la 111. Otra sonrisa más, complices. El 11 los unía cada noche, cada mañana. A esa hora, sin importar lo que estuvieran haciendo, se llamaban y se decían algo. Entraron. Las sábanas blancas, las paredes salmón, la desnudez entre ambos.
Se desnudaron como dos completos desconocidos. Esa era la primera vez que se veían en persona. Siempre tenían conversaciones larguísimas por chat y teléfono, pero nunca se habían visto, por eso cada uno se hizo cargo de su ropa, de su confianza.
No les quedó un pedazo de tela encima. Se miraron, se avergonzaron, se sonrojaron.
-Ahora escríbeme- le dijo él.
Se acostaron en la cama, habían más de 30 centimetros entre un cuerpo y el otro. Se contaron historias, muertes, vidas, sueños, pesadillas, se durmieron, se sintieron respirar, se escucharon, se cantaron, se susurraron, se recorrieron con los ojos, se delinearon los labios con la lengua, se desearon, se vistieron, volvieron a estudiar, se escribieron, se hicieron realidad, se hicieron cuento.