Cinema Casual

Llegué a la sala de cine, era jueves y como siempre que lo hago eran las tres de la tarde.

Entré, me senté, saqué el libro y empecé a leer mientras apagaban las luces, ella fue subiendo una a una las escaleras, como siempre me pedí la silla a un lado del pasillo, ella se sentó en la otra esquina de mi fila, o sea donde empieza el otro pasillo.

Cabe resaltar que mientras subía me sonrió e hizo que sus ojos brillaran.

La película, ya ni la recuerdo, creo que era algo tan aburrido como Titanic, pero tan gracioso como Crepúsculo.

Ella, tenía su cabello rubio, sus ojos azules, su piel rosada, un vestido gris de lana, con un leggins negro que resaltaba su esbelta figura, con un par de botines grises con tacón que la hacían ver un poco más alta  y que tensaban tanto sus piernas que hacían que uno se fijara en ellas.

Empezó la película, la sala estaba vacía, como suele ocurrir cuando voy a cine a esa hora entre semana. Solos ella y yo, eso mismo fue lo que me dijo ella al oído en el momento en que me besó el cuello. Yo me estremecí y volteé a mirarla, no pensé que la atracción me llevara a besarla, busqué desesperadamente sus labios, ella mordió sin contemplación y se abalanzó sobre mí. Al parecer a ella tambien le parecía un bodrio la película.

Sus manos empezaron a juguetear y poco a poco fueron sacando mi camiseta, yo empecé a recorrerle con mis labios el cuello, mientras entre mis piernas sentía la presión que ella hacía mientras se frotaba para subir también su excitación. Al fondo sonaba música romántica, cosa que la hizo parar.

-Es demasiado mañé lo que estamos haciendo mientras suena esa música- me dijo.

Yo sonreí y le saqué el vestido, desabroché el brassier y empecé a lamerle el pecho, el rosa que adornaba ese circulo concéntrico que formaba un par de montañas fueron recorridas por mi lengua y su cuerpo que hasta el momento se había mostrado firme y tomando el control, se vio estremecido y se dejó caer ante mis brazos. Luego seguí ese recorrer con mi lengua, mientras mis manos se iban sumergiendo en su oscuro leggins y delineaban el hilo que formaba su tanga y cubría con poca tela, la mucha piel que tenía entre mis dedos.

Ella gimió, se tapó la boca con una mano, mientras con la otra se aferraba a mi cuello, cuando pudo contener la sensación, su mano bajó y se quitó las botas, luego desabrochó mi pantalón, me besó el pecho y empezó a lamer y a descender con su lengua, hasta llegar al resorte de mi boxer, con sus dos manos me quitó el boxer y siguió con ese juguetear con su lengua.

El piercing que llevaba en la punta hizo que la sensación, nueva para mí, me hiciera sumergir en un grado de clímax que tal vez nunca había sentido. Ella siguió con su proceso y yo no sabía donde poner las manos. Así que tomó mi derecha, la puso sobre su cuello y con un gesto me pidió que le diera ritmo. La izquierda la puso en sus senos y yo, por instinto empecé a frotarlos.

Tal vez quise acabar, pero no quise quedar asi, por eso la paré y le quité el leggins, luego sentí como su tanga, humeda ya, era sacada por mis dedos sedientos de sus jugos.

La música en el cinema subía, el ritmo se aceleraba y mi corazón palpitaba, ella volvió a besarme, yo la miré a los ojos, la profundidad de ellos, tan verdes como los campos de la finca, me hicieron perderme, sentirla, recorrerla con mis brazos, era tal el climax que traía la película que en el momento que la penetré estalló la música como un solo gemido de ella y mío a la vez, que terminó en un golpe que me dio la chica del cinema, esa que me había revisado la boleta al entrar y que ésta vez me despertaba, yo volteé a ver si la mujer del vestido gris aun estaba, pero no, la película hacía rato había terminado.

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