Buscapiés

buscapiesCuando Questra nació, posiblemente no se imaginó cuál iba a ser su destino de grande. Y es que ser balón debe significar algo muy difícil de explicar. Son historias de amor y odio que giran en torno a tus antepasados y marcas que no se borrarán fácilmente.

Al llegarle la adolescencia a Questra, luego de pasar las pruebas de infancia que consistían en medir la resistencia de su piel, su facilidad para deslizarse, su interacción con el aire, tuvo que escoger cuál iba a ser su especialidad. Y él, que había tenido a Tango, su abuelo mundialista, un tío participante en una final continental y su padre había sido asiduo animador de la liga de su país, no quería ser balón de todo un partido, sino uno trascendental para el juego; por eso aún no sabía si inclinarse por la especialización en efectos o en buscapiés.

La decisión de Questra no fue tan difícil, sólo tuvo que pararse frente a la Facultad de Balones de Juego de la universidad y ver que los grupos a los que más se anotaban eran el de Balones con efectos y el de Balones de entrenamiento.

Ambas especializaciones tenían particularidades, la primera tenía como materia central la danza y el teatro, además de algo de meditación para dejarse llevar por el viento; la otra, la de entrenamientos, estaba más enfocada en la fuerza y la resistencia. Questra se anotó en la de Buscapiés, donde sólo había un par de inscritos y donde recibiría materias de las otras dos especializaciones, pero donde velocidad y engaño eran las primordiales del curso. Además, los Buscapiés eran considerados los vagos de la universidad, pues solamente ingresaban a los partidos en los saques de banda y su participación en ellos era muy reducida, pues se limitaban a dejarse transportar por un carrilero hasta la línea de fondo y esperar a que este tirara un centro rasante, ya fuera hacia atrás o de forma paralela, y que al final podía ser impactado o no por un jugador; algo que llenaba siempre de incertidumbre y emoción cualquier juego.

Questra recibió orientación del inventor del Buscapiés, ese por el que le pusieron el nombre a esta jugada: un balón brasileño que en el mundial del setenta, en un desborde de Jairzinho por la banda derecha, vio como su velocidad aumentó cuando el delantero vestido con la camiseta amarilla de su país, envió un centro a ras de suelo que buscó los pies del gran Pelé, pero en el camino se encontró los pies de un defensa y se clavó en lo más profundo del arco.

Toda una leyenda del fútbol, que veintidós años después, seguía impartiendo condiciones y a quién Questra le estaba aprendiendo todos los secretos para ser el segundo miembro de la familia que se haría presente en un mundial de fútbol. Además, Questra era parte de una serie de hermanos que supondrían un giro en la forma de juego del fútbol durante el mundial de Estados Unidos en el noventa y cuatro; y según muchos, para eso estudiaban fuertemente y por eso se había fundado esta universidad a la que iban desde el noventa y uno.

El día del debut llegó. Traición, efectos, amor, odio, todo junto en un sólo partido dividido en diez balones que estarían en las manos de cada uno de los recogebolas designados para esa fecha. El estadio era el Rose Bowl en Pasadena, California, allí jugaba el grupo A. Se enfrentaban Rumania contra Colombia. La selección tropical era, según Pelé, candidata a ganar el campeonato, pues había apaleado a Argentina en el Monumental de Nuñez con una diferencia de cinco goles y tenía, además de eso, a jugadores que muchos consideraban los mejores del globo.

Ese partido, en el que Rumania tuvo a un Gheorghe Hagi inspirado y venció a Colombia por tres goles a uno, Questra, el buscapiés, no entró a jugar. Por su lado nunca salió la bola y los extremos de los equipos casi ni se hicieron notar.

En el siguiente sería su oportunidad.

El sol quemaba las cabezas de todos los espectadores dispuestos en las tribunas del Rose Bowl, habían pasado cuatro días desde el anterior partido y esta vez, Colombia jugaría contra la selección anfitriona del torneo. Estados Unidos llegaba con un empate a cuestas contra Suiza y las ganas de obtener una victoria frente a su público.

Questra, el Buscapiés, esperaba debutar con todo lo aprendido en la universidad; lo que no sabía, era que iba a pasar a la historia.

Era el minuto treinta y dos de un partido en el que ambos equipos se atacaban y en el cual, después de un tiro libre que se fue a la banda, a Questra le tocó la oportunidad del debut.

En casa de Questra, el Buscapiés, toda la familia estaba esperando el momento frente al televisor, apenas lo vieron ingresar en juego, celebraron y lo vieron moverse desde las manos de un jugador colombiano, hasta pasar por los pies de toda la defensa del equipo amarillo, para llegar después de un pase largo de Rincón que no tuvo destino en Anthony de Avila, a las manos del arquero Tony Meola del equipo estadounidense quien jugó para uno de sus defensas, y este a su vez tocó para John Harkes que la devolvió a Caligiuri. Questra, el Buscapiés,  estaba feliz, su momento de gloria estaba en su mayor punto y su familia debía estar orgullosa de él.

Pasaron sólo siete segundos entre el momento en que Caligiuri hizo ese segundo pase hacia el costado derecho y el momento en que Estados Unidos perdió a Questra y con un pase largo se lo entregó a los pies a Andrés Escobar, quien rápidamente tocó para Freddy Rincón.

Rincón, todo un gambeteador y dominador de balón, quiso deshacerse fácilmente de Questra, el Buscapies, enviándolo para el centro del campo, haciendo un pase impreciso para Herman “El Carepa” Gaviria, que llevó a Questra a descansar en los pies de uno de los volantes de primera línea estadounidense, que en una triangulación con dos compañeros más, extendió un pase largo para su carrilero izquierdo John Harkes que aprovechando que la defensa colombiana iba retrocediendo, pensó en jugar rápido.

Questra, el Buscapiés, sintió adrenalina en su cuerpo, rodó y rodó junto al pie de Harkes, esperó ser impactado con todo su peso para salir expulsado como un bello buscapiés, de esos que su maestro brasileño le había enseñado ser. Y allí fue su momento de gloria, de pasar a la historia. Un pie, derecho, de Andrés Escobar, se cruzó en su camino, su efecto, lo hizo buscar, luego del pie, el arco que defendía Óscar Córdoba, a quien el impacto tomó por sorpresa, quien no pudo contener el leve disparo del dos de Colombia.

Questra, el Buscapiés, pasó a la historia, dio inicio a la primera victoria de Estados Unidos en el Mundial del noventa y cuatro, pero sobre todo, marcó a todo un país, pues dicen que por ese autogol, la sonrisa de Andrés Escobar, partió de Madrugada.

Hoy, Questra, el Buscapiés, en alguna bodega de Adidas, recuerda triste aquel momento en el que pasó a la historia, en el que fue amor, fue odio, fue alegría, dolor y tristeza.

 

Links:

El partido: https://www.youtube.com/watch?v=ZiWG9LnXssA

Nómina Colombia 94: http://www.losmundialesdefutbol.com/planteles/1994_colombia_jugadores.php

Nómina EEUU 94: http://www.losmundialesdefutbol.com/planteles/1994_estados_unidos_jugadores.php

Grupo A Mundial 94: http://www.losmundialesdefutbol.com/mundiales/1994_grupo_a.php

Adidas Questra: http://es.wikipedia.org/wiki/Adidas_Questra

Questra, el dolor de cabeza de USA 94: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-159557

Adidas Tango: http://es.wikipedia.org/wiki/Adidas_Tango