Despertó y vio quien la acompañaba, ¿Dónde se encontraba? No sabía, ¿Quién era el que la acompañaba en esa cama?, no lo sabía, miró bajo las sabanas blancas, aun humedas por la noche que tal vez le había pasado y se encontró desnuda, se paró, fue hasta la ventana y vio la ciudad que se abría ante ella. Al menos el chico con el que se había ido a pasar la noche, se veía que era de buena familia y educado.
Las drogas que había ingerido en la noche durante la fiesta le habían hecho olvidar todo y supuso que eso fue lo que la hizo irse con un desconocido, la cabeza le dolía, asi que decidió ir a bañarse y salir tranquila antes de que él se despertara.
Se metió a la ducha, vio las perillas con las que se abría y vio que ambas tenían la C de caliente, le pareció extraño pero igual, abrió la que estaba a la izquierda, que generalmente es la de agua caliente, sintió como el vapor iba tocando su cuerpo, pero además sintió como ésta la quemaba. Le pareció normal, cogió el champú de este chico con el que había dormido y se echó en la cabeza, el cabello se le empezó a quedar enredado en las manos y la espuma que soltaba el jabón empezó a hacerle arder la piel, ella no entendía que pasaba, empezó a lacerarse, poco a poco comprendió que la ducha estaba soltando acido que le estaba quemando completamente, gritó, no encontraba una toalla, se desesperó, cerró la llave y con la cortina se tapó.
Él entró rapidamente, la miró a los ojos y sonrió, ella atemorizada le preguntó qué pasaba, y él no contestó. La tomó en sus brazos y la acompañó nuevamente a la cama, allí la dejó y le pidió que lo esperaba, que tenía algo para curarle eso.
Fue hacia la cocina, tomó el zumo de limón que mantenía en una botella de colonia y cogió una toalla, se sentó a su lado y la acostó boca abajo.
Mojó la toalla con el zumo y empezó a esparcirlo por la espalda de ella, mientras la escuchaba gritar y la aprisionaba con su cuerpo.
-¿Qué me echas?- le preguntó gritando.
-Una colonia que sirve para quemaduras- respondió.
-Pero arde demasiado.
-Es que te quemaste mucho.
Ella se tranquilizó un poco, pero seguía sintiendo el dolor en su espalda, un dolor que la quemaba, más que el ácido que le cayó minutos antes.
Él sonreía y disfrutaba cada grito, cada arqueada, una más que cayó, se decía en la cabeza, miró la toalla manchada por la sangre que salía de las heridas y vio que el limón ya estaba soltando la piel, asi que decidió frotar suavemente para ir desprendiéndola.
Ella sintió como algo traqueaba, sintió que la jalaban y gritó de dolor.
-¿Qué me estás haciendo?- dijo llorando.
-Nada, solo quito lo que no sirve.- respondió él aun con su sonrisa.
-Estas loco, maldita sea.
Ella siguió gritando y llorando, pero él no se detuvo, fue arrancando poco a poco cada tramo de la piel herida, sin importar qué daño hacía, pero preocupado por que los escucharan los vecinos, asi que decidió apurarse, los gritos se agudizaron, se dio vuelta, empezó a hacerlo en las piernas, ella las movía y trataba de golpearlo, pero fueron inútiles los golpes, porque lo unico que hicieron fue que a él le diera rabia, asi que se detuvo.
-¿Ya me vas a dejar ir?- preguntó ella entre sollozos.
-No.- respondió él, de mala gana.
Buscó en la mesa de noche y siguió otra vez en la tarea de arrancarle la piel, ella volvió a gritar y a llorar, él volvió a desesperarse, tomó con fuerza el punzón que había sacado y le chuzó en el hueso donde empieza la columna, el golpe fue certero, la columna no volvería a funcionar, ella se quedó inmóvil, en shock, él se bajó de ella, se relajó y le pidió un taxi para que se fuera.
Oh,oh,oh!!!!!!!!
negro…qué buen color!
besos*
Uy Juanse, demaciado cruel… Hasta a mi me dolio la punzada en la columna!
Un abrazo!!!
Uyyy tú y tus finales tragicos
Me encanto pero espero la mia con muchas ganas jajajaja!!!