No es mi primera mala noche con La Doble A

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La primera vez que escuché a La Doble A, fue hace seis años, y mi repudio por las drogas, me hizo pasar una mala noche, por lo poco profunda que me parecía su letra en “Living Medellín”.

Yo estaba en noveno en el colegio y cuando llegó el primer disco de la banda a mis manos, lo escuché hasta el cansancio, saltándome siempre esa canción seis que no me gustaba. En el primer concierto de ellos que viví, tuve otra mala noche, luego de un golpe que me propinaron mientras pogueaba “31”, la que para mí hasta ese entonces era la mejor canción.

Hoy, luego de tanto tiempo y de no perderles la pista a éstos cuatro chicos de ésta ciudad tan inundada de Punk Rock Barrista, puedo sacar de esa lista a La Doble A, pese a que antes los tenía incluidos y destinados a convertirse en una más de ese montón, pues con su tercer álbum que vio la luz el lunes pasado, y qué se titula “Una mala noche”, en el cual mostraron que siguen haciendo Punk Rock, pero explorando en otros ritmos y adaptándolos a ese género que los caracteriza.

La mala noche que ellos pasaron grabándolo, fue tal vez, la misma mala noche que yo volví a pasar por cuenta de ésta banda que me cautivó con un disco demasiado explosivo, que se mueve de arriba abajo, con canciones rápidas, canciones lentas, canciones con sentimentalismos y una en especial, que desde que la escuché en el Myspace de Nico, me cautivó totalmente.

El disco, para mí, el mejor, muestra la evolución de la banda, la exploración. Y como lo había dicho cuando escuché “Paraíso AA”, ahora si parece que hubieran estudiado música, y no porque no supieran, sino porque la exploración, la mezcla de ritmos y las líricas han evolucionado tanto, que parece que fueran otros. Además de la matización que le han dedicado a las voces, a los instrumentos y a la calidad que muestra la grabación del disco.

Si, es un elogio también, para Nicolás, el bajista de la banda, cabeza visible y tal vez única, de Zoonicostudio, quien demuestra la dedicación que le influye a cada trabajo que llega a sus manos y que sin importar nada, lo realiza al máximo, dando lo mejor de él y sacando lo mejor de los músicos.

Vuelvo al disco, ya dije que matizaba, pues si, también matiza el Punk Rock, aunque usted amigo lector tal vez dirá, ¿Cómo se le ocurre decir que matiza el punk rock si eso es un disco de Pop?, pues defiendo a capa y espada a bandas como ésta que dejaron de cantar canciones anti todo, con cuatro acordes y un mismo ritmo,  para inyectarle al genero nuevos aires, traídos de otros aires, conocidos como Buenos Aires. Y no digo que hayan plagiado bandas argentinas, porque realmente La Doble A, en este momento, solo suena a La Doble A, sino que en Argentina, país que usted toma como ejemplo de Punk Rock, las bandas más representativas del genero lo mezclan con lo que se les ocurra y lo peor de todo, nunca se salen del genero. Y eso lo están haciendo éstos chicos, en Medellín, Colombia.

El único defecto que le encuentro al disco, es algo que personalmente detesto y no tiene nada que ver con la banda. Realmente, me parece sumamente doloroso que, como ya he narrado antes acá, la banda se haya trasnochado y matado tanto para sacar un material de excelente calidad y que tengan que regalar su trabajo, porque en una ciudad tan mal acostumbrada por el festival Altavoz, contra el que no tengo ningún resentimiento aparte de éste que cito,  la gente ya casi no se mete la mano al bolsillo para sacar dinero y comprar discos o ir a conciertos a menos que se los regalen, y es por eso que muchas veces, vemos que pocos se esfuerzan por realizar un buen trabajo o simplemente se desmoralizan, sabiendo que su trabajo es ese y si nadie los apoya, compra sus discos y va a sus conciertos, no tienen ni para la leche del desayuno.

En fin, La Doble A realmente la sigue sacando del estadio y mostrando que para hacer Punk Rock, no hay que ser el más borracho, el que más drogas meta o el que más critique al gobierno, sino que en una unidad y a su manera, si usted lo siente, puede aferrarse al genero y cantar lo que le dé la gana.