La cita estaba dispuesta, en el metro nos encontraríamos, nos conocimos hace poco tiempo y la conexión fue tal vez de las mejores que había sentido. El Ipod dejaba sonar canciones, gritos iban y venían de un oído a otro, la energía iba subiendo en mí y el reloj iba moviéndose de a poco. La cita era a las seis y cuarenta de la tarde y ya eran las seis y cincuenta, y yo no sabía que hacer, confiaba en su llegada, algo me decía que así sería.
Miré libros, escuché música, leía títulos de la librería en la estación del metro y ella no llegaba, el tiempo iba corriendo, “…No Tengo nada pero soy feliz…” decía al fondo la canción que oía cuando en la lejanía del puente para llegar a la estación la vi.
-Hola- dijo.
-Hola- respondí.
-Pensé que te habías ido.
-No, yo espero hasta media hora, igual el trancón que hay en el puente peatonal no deja llegar a tiempo a nadie.
Sonrió y empezamos la conversación, una conversación que duró horas, acompañada de gaseosa, papas y risas, golpes, pucheros, gritos y muchas pronunciaciones de maldito y maldita, odios, amores, tristezas pero sobre todo más sonrisas, fue algo que realmente me llenó.
Vimos la obra de teatro, preparada especialmente para ella, la sala a la cual le cabían cincuenta personas estaba solo para nosotros, algo que no había preparado yo, ¿Una coincidencia?, pues no se si el destino premeditó que nuestra cita cultural estuviese acompañada de una sala de teatro solo para nosotros, pero fue algo muy agradable. Sonrisas por mil más que relucían en la oscuridad de la sala.
Salimos y la luna llena, blanca y reluciente estaba sonriendo sobre nosotros.
-Yo soy la luna- dijo.
-Y yo la estrella que te acompaña- respondí- pero lástima que hoy no te estoy acompañando.
Ella miró al cielo, elevó su mano izquierda y me dijo:
-Pues no me estás acompañando en el cielo, pero mira esa.
Y con el dedo índice de su mano derecha fue señalando hacia arriba, yo miraba estupefacto esperando ver, donde me encontraba, cuando de repente su dedo se posó sobre su muñeca izquierda. Yo sonreí, no lo podía creer, ella, con una estrella en la mano. Me subió el buso en la mano derecha y encontró ahí mi estrella dibujada.
Nuestros cuerpos se acercaron, yo la tomé de la cintura, ella me puso los brazos en los hombros, como lo había hecho durante mucho rato de la noche mientras caminábamos, nuestros ojos se miraron fijamente, mi cara se acercó a la de ella, mis labios se posaron en su nariz y hambrientos de deseo y pasión buscamos que se unieran, pero no, ni siquiera nos rozamos los labios, nos fundimos en un abrazo, y seguimos caminando.
-Y ¿Por qué tú estrella va en la mano derecha y la mía en la izquierda?- preguntó.
-Para que cuando nuestras manos se entrelacen, las dos estrellas se unan y caminen juntas por el cielo que estamos pintándoles.
Ese final fue muy bonito, otra vez las palabras envuelven hasta tal punto que uno llega a imaginarse cada detalle…Qué bonita forma de hacer ver la vida, el amor, la felicidad que reune ambas cosas!Necesitamos que sigas alimentando cerebros, vas pa'delante 😀
No sé por qué últimamente ando toda anti amor… No me gusta que se hayan encontrado el par de estrellitas… Me gustan más las historias trágicas. Aún así, ésta está muy bonita y refleja mucho el sentimiento de dos personajes ficticios que sienten un amor ficticio y viven en un mundo en donde la ficción es el aire que respiran.Un besito JuanSe!
Bellísimo Juanse, un relato muy visual. Un final de metáfora en la que se encuentran el sol y la luna.Beso grande, nos seguimos leyendo..-)
estrellaconestrellador(é)sterelatOMil besos,amiguito!
Qué lindo!!!Muy tierno el relato.Un beso!
Vos sos un berraco teso!!!Que bonita historia!!!:DUn abrazo!!!
Aaa MerO LindO Voz como haces esas Historias! TezO!…A q bonito q Se encontraron las estrellas!! =]
Vaya, JuanSe, bellísima historia, hermosamente contada! Con tu final se cerró el maravilloso círculo de la complicidad entre dos personas…Un abrazo, y hasta pronto!!!!!