Ahora era su momento, con su pinta bien puesta, sus labios bien llenos de brillo, sus pestañas bien pintadas, sus cachetes colorados por el polvo artificial, unos cuantos tragos en la cabeza y un vaso de coctel en la mano, se dispuso a salir. Cruzó la puerta oscura de la discoteca, él la esperaba al otro lado de la calle, estaba brillante. Tenía gafas oscuras, su cabello parado por la cera, su camiseta amarilla con estampado de letras azules, su bluejean ceñido a las piernas y sus zapatos blancos, en la mano derecha llevaba un vaso con un coctel, en la izquiera el blackberry, donde le estaba mostrando a los demás amigos, por el messenger, la foto de la chica que estaba a punto de comerse.
Mariana le sonrió desde el otro lado de la calle, miró a lado y lado para cruzar, sus uñas bien pintadas y brillantes, iluminaban el camino. De la nada, un automovil apareció, venía a toda velocidad, se escuchó el pito. Ella corrió, su uña del dedo gordo del pie salió de las sandalias, se clavó en el pavimento y salió de su orbita en el dedo, la sangre empezó a correr a borbotones, también Jaime corrió, se alejaba de Mariana, ella y su acelere, se le habían tirado la noche. Igual, tampoco la quería para nada más.
Y … no pudo ser!
Un beso o 2 #