Aguinaldo

A las nueve y cincuenta llegué a la puerta de su edificio, le pagué al taxista y los nervios me empezaron a abordar, además de eso, me generó gran sorpresa saber que éstos nervios estaban produciendo en mi pelvis cierto grado de presión que hacían que mojara mi tanga por la excitación que me iba produciendo acercarme poco a poco a su apartamento.
Saludé al portero, le pedí que me anunciara.

-Puede pasar señorita- me dijo. Mientras tanto en mi cartera iba sonando mi celular, ¿quien podría ser a ésta hora?, el identificador me hizo sonrojar pues era él que simplemente quería escuchar mi voz tensionada y nerviosa, algo que según me lo dijo al otro lado de la línea le generaba un grado de excitación mayor. Yo, también excitada por los nervios y ahora más por tener que decirle a él que estaba a las puertas de su edificio, le pedí que me esperara en el ascensor. ¿para qué? no se, pero lo hice.
El ascensor se abrió ante mí, luego de subir cinco tensionantes pisos, tras la puerta estaba él, con su camisa a rayas y un pantalón ajustado que lo hicieron ver demasiado rico. Me abalancé sobre él, él me extendió sus brazos, mis piernas saltaron, se abrieron y se aprisionaron a su cuerpo, que se veía rodeado en las caderas por mis piernas y en el cuello por mis brazos, un profundo beso fundió ese saludo sin un hola, sin un como estás, simplemente nuestras lenguas hicieron algo más que musitar palabra y se encontraron en nuestras bocas, mientras él me cargaba y me llevaba hacia su apartamento; ahí la excitación se iba haciendo cada vez más, pues alguna vez le dije que me encantaban los besos que con la lengua me recorrieran la boca en los más oscuros rincones.
Cargándome, cerró la puerta y me dejó en el sofá principal de su sala de estar, el calor era impactante, el sudor que desbordábamos con la ropa puesta nos hacía erizar más, éramos feromonas, progesterona y testosterona pura, una frente a la otra, tratando de irraigarse entre ellas, para demostrar cual de los dos estaba más excitado.
Él, que siempre tuve miedo de que fuera agresivo en ese momento, así lo fue y a mi no me preocupó, es más, me pareció lo más excitante que había vivido en mucho tiempo, de un solo estirón me arrancó la camisa y quedé con el sostén al descubierto, empecé a sentirme cada vez más agitada y él iba bajando de a poco con sus besos por mi cuello, por mi espalda y finalmente por mi pecho, hasta posarse en él y con las manos con las que me abrazaba de un momento a otro me sacó el sostén, para liberar mis senos que mostraban la excitación aun más, pues estaban tan erectos que el solo optó por besarlos y morderlos hasta el cansancio; volvió a besarme profundamente, un gemido salió de mi interior, él sonrió, ya para ese momento nos habíamos trasladado del sofá al piso y éste nos refrescaba con el frío que lo caracteriza. Él me tomó en sus brazos, volvió a cargarme y mis piernas cada vez se amoldaban más a su cintura, me llevó delicadamente hasta el cuarto, donde me descargó y me acostó en su cama, mientras no paraba de besarme.

Poco a poco sus manos recorrían mi cuerpo como si lo conocieran de antes, delineaba mis contornos con sus dedos, el sudor caía gota a gota por mi cuello y él, que para ese momento ya estaba sin camisa, sudaba a cantaros. Esos dedos que con sus yemas hacían que subiera poco a poco mi excitación y su aliento que erizaba mi piel de una manera irracional fueron bajando poco a poco hasta tornarse en mi abdomen, su boca me besaba, su lengua me mojaba el abdomen y sus manos, se encargaban de mi pantalón que fue desapareciendo poco a poco entre sus manos mientras su boca no paraba de rozarme la piel.
Mi tanga, estaba tan húmeda que no sabía que pensar, me daba pena pero a la vez me excitaba cada vez más con su boca, que la mordió e hizo que ésta también cayera entre sus manos.
Volvió a subir, me besó los labios, fue un beso corto, mojado, pero que me erizó hasta el cabello, poco a poco fue bajando, yo lo detuve, le quité el pantalón y la ropa interior, lo miré a los ojos, estaba totalmente duro, sudado, delicioso. Él, pícaro, me miró, volvió a lo suyo, un beso corto, mojado y con su lengua afuera, empezó a bajar, primero mi cuello, luego el pecho, se posó en mis senos y jugó un rato, bajó a mi abdomen, mi piel erizada por completo, jugó en mi abdomen, mientras se masturbaba; yo, yo solo quería que me penetrara, que me hiciera suya ya, pero él negaba, me tomó con fuerza las piernas, las abrió, mi corazón palpitaba rápido y fuerte, su boca bajó poco a poco por mi pelvis, luego por el pubis hasta que su lengua se encontró con mi sexo.
Yo me ericé aun más, la espalda se me arqueaba, algo así como un choque eléctrico me recorría la columna desde donde se une con el cuello hasta donde termina en el coxis, me sorprendió esa sensación, pues antes me habían hecho sexo oral, pero no me había producido tantas cosas. Él siguió con su labor, yo gemía, cada vez más duro, era incontenible y él seguía masturbándose, de repente mis piernas se empezaron a entumecer, mi columna no pudo contenerse, la pelvis me aprisionó y sentí como todo lo que sentía salía de mi como una exhalación.
Él sonrió, cambiamos de posición, ahora era yo la que me posaba sobre él, lo recorrí con mis besos, mis labios, mi lengua recorrían poco a poco hasta que llegué a su pene, antes me habría desagradado hacer lo que iba a hacer, pero hoy, presa de la excitación lo succioné y lo hice mía hasta que más no pude, él lo disfrutaba al máximo, gemía, de hecho fue tal su excitación que eyaculó sobre mi pecho y a mi, que muchas veces había hablado del asco que me daba, me gustó que lo hiciera.
Estaba demasiado mojada y ambos habíamos acabado por primera vez, pero queríamos más, él poco a poco fue mirándome, con esas ganas de comerme que ya no podía contener, se posó sobre mí, yo con las piernas abiertas, tomé su pene en mis manos y fui guiando el camino para que entrara, me penetró, yo sentí que mi espalda se arqueaba, el corazón se me aceleró, un gemido profundo y fuerte salió de mi interior mientras él con su pelvis chocaba la mía y gemía también.
Empezamos normal, luego él me subió las piernas a sus hombros, me giró, poco a poco me iba girando más hasta que me tuvo de espaldas a él, yo me paré en mis brazos y mis rodillas, él me penetró ahí, yo no sé por qué, pero la sensación que experimenté en ese momento fue tal y como no me la esperaba, mi cuerpo se excitó demasiado, gemí aun más fuerte, mi cabeza volaba y él seguía tras de mí, cada vez más fuerte, cada vez más rapido, mientras yo, yo lo disfrutaba, le decía que ahí me gustaba, que así, que siguiera, no supe en qué momento, pero mi cuerpo volvió a tensionarse, no lo pude contener y volví a tener otro orgasmo y en esa posición no se hicieron de esperar otros cuantos.
Él se movía tras de mi, yo gemía, puedo decir que hasta gritaba, él cada vez estaba más cerca de tener su orgasmo, no me explico como fue la sensación hasta que un gemido profundo y gutural salió de su cuerpo, mientras su pene salía de mí e iba chorreando todo lo que estaba cerca.
Terminamos, todo fue tan espectacular, puedo decir que nunca había tenido sexo, siempre había hecho el amor, pero nunca, algo tan salvaje, tan tierno, tan indescriptible, simplemente lo experimenté, él descansó a mi lado, dormimos, el cansancio nos podía a ambos, confirmamos la teoría del cansancio después de varios orgasmos, yo me fundí en un profundo sueño con él a mi lado.
Cuando despertamos, él me miró, no nos dijimos nada, aun sentía sueño y volvió a dormirse, yo no fui capaz de volverlo a hacer. Así que me volví a vestir, me puse mi ropa, vi que a mi camisa le faltaban un par de botones, igual así me fui, le dejé una nota y me fui.
La nota decía: «Aun me debes la plata de los dos taxis, como acordamos»

2 comentarios

  1. parce…vos y tus detalles, muy descriptivo y «engolosinador», lo encarreta a uno y hasta lo antoja – como me dijo una amiga con algún escrito mío-…me imaginé toda la historia, me parecía ver una de esas películas eróticas no vulgares que te muestran un acto sexual sin posar los lentes de las cámaras en los genitales…Excelente relato…nos seguimos leyendo…no se olvide de mi blog pues…jajajjaa…un abrazo

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