Caminaba por el centro comercial sin rumbo alguno, miraba a través de las vitrinas hacia el interior, camisetas, jeans, instrumentos, libros. Pero hubo una vitrina que le detuvo, no por la ropa, ni los maniquíes, al interior, unos ojos claros se cruzaron con su mirada, detenido, entró, es un almacén que siempre le ha gustado y en el que ha comprado varias veces.
Ella lo atendió:
-Buenas tardes, en que puedo ayudarle.
-Gracias- le respondió- busco una camiseta.
Sacó una simple disculpa para estar un rato más con ella, el almacén estaba vacío y él solo miraba ese rostro sin maquillaje, esos ojos verdes que seguían cruzándose con los suyos o que lo estaban mirando a él y al verlo levantar la mirada se desviaban pícaros, seguía mirando su cabello rubio que suponía llegaba a los hombros pero que estaba recogido en una moña.
Cogió una camiseta, le sonrió y preguntó el precio.
-Veinticinco mil- le respondió ella.
-y ¿Cómo te llamas?-
-Uvita-
-Mucho gusto, JuanSe-
Le tendió la mano y ella la tomó timidamente.
-No me dejan hablar con los clientes.
-Tranquila, la tienes en talla S.
-Si, di en qué estilo la quieres y vemos si la hay en la bodega.
-ah bueno, tráeme una S.
-Bueno, espera un momento.
Ella subió las escalas, él la siguió con la mirada, su buso violeta y pantalón gris jugaban demasiado y a él le gustaba.
Miró otras camisetas y ella le trajo la que él había pedido.
-Mírala, allá están los vestieres.-le señaló y él siguió su mano.
Sentía como la mirada de ella lo siguió, él abrió la puerta, entró en el vestier y sus miradas se quedaron fijas y solo se rompieron cuando cerró la puerta.
Se sacó su camiseta y se puso la que iba a comprar, se vio en el espejo del vestier, salió a verse en el espejo gigante del almacén, ahí vería si la camiseta hacía juego con su figura, salió y ella lo miró fijamente, le guiñó el ojo.
-Te queda muy bien- le dijo ella.
-Si, me gusta.
-Volvió al vestier, se cambió la camiseta nuevamente.
Salió y la buscó, no estaba, entregó la camiseta en la caja y fue buscando en su billetera el dinero para pagar, ella bajó de la bandeja y le sonrió nuevamente.
Se le acercó a ella.
-¿Hasta qué horas trabajas?
-Nueve de la noche.
-Bueno.
Se acercó a la caja, entregó el dinero y recibió la camiseta en la bolsa, la sacó, arrancó la etiqueta y sacó un lapicero, escribió una nota, se la entregó a ella, le sonrió y salió del almacén.
Continuará…
Nota: Con respecto al cuento anterior “Dos Extranjeros en una ciudad lejana”, les comento que decidí abrir un “concurso”, yo sé cual es el final y lo tengo escrito, pero antes quiero que ustedes escriban el final, quien quiera hacerlo me lo envía a juansems@hotmail.com, yo publicaré todos los finales que me propongan y al final publicaré el mío.
Ésta historia sigue…
espero la continuación, avísame escritos 😉
Ay! Pero hasta cuándo debo esperar? Se encontrarán en el parque? Y si llamo a ese número de celular? Quién me atenderá?….Continuará-Mil besos!!!!!!!!!!!!!!!!!
Geniales tus cuentos!!!Y respecto al concurso…. Cual seria el premio? 😛
Encuentros casuales.Un amor eterno escrito en pedasos; quiza el amor verdadero.Andrea
Expectación. Genial…Esperemos a que se besen, se conozcan, se maten, ¿habrá sangre?, lágrimas, recuerdos, rabia, revólveres… De todo se puede esperar. Saludos.
aaahora tengo ganas de conocer el final :kMuchos besitos (:
El alma del conquistador se desnuda!Yo creo que salen y ella le dice que tiene novio.Ja!Vos pintás a esa Uvita toda perfecta!Y yo no sé por qué la odio tanto…
Mmmmm, q tentador!^^Muy bueno, hermanito. Me gustó mucho como describiste las miradas. Te sigo un rato con la mía, beso!
esta historia relata hechos reales; por que la verdad no es tan buena como tus alusinaciones o sueños.No me sumerge como las anteriores sin embargo uvita govierna tu vida y tus acciones y eso es realmetne encantador. xcarlosx
Vaya me quede con las ganas, en fin tendré que esperar. Como dice rayuela dan ganas de llamar a ese número de teléfono.Respecto a tu comentario en mi blog.¿por qué extraña razón nos convertimos en mariposa? me extremeció esa idea.Un gran beso.