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Se conocían desde hace mucho tiempo y pese a que uno gustaba del otro, nunca habían estado solos.
Esa tarde, luego de planificar todo, él la invitó a tomar algo, un poco de vino estaría bien, decirle las cosas, cuanto la deseaba y finalmente tratar de conseguir algo más allá esa noche.
Llegó puntual, extraño para él, acostumbrado a que siempre le llegaran tarde a las citas. La copa de vino prometida se convirtió en dos botellas y una más para llevar. Y el algo más, se convirtió en la noche más placentera que haya tenido jamás.
Ella manejó durante todo el tiempo que duraron siendo uno, teniendo un sexo, toda la situación, con un aire agresivo que a él le excitaba aun más. De hecho acabaron sobre una silla donde él terminó amarrado y en la cual se quedó dormido, mientras ella descansaba en la cama.
Eran las ocho de la mañana, él despertó, aún amarrado a la silla, sintió como le ardía el antebrazo derecho, no podía mirarse qué le pasaba, pero le dolía, tal vez los musculos estaban tensionados o estaba tan relajado y entumecido que apenas los musculos le estaban reaccionando.
Miró alrededor, ella llegó con un poco de jugo de naranja, le sonrió, le pidió disculpas por adueñarse de su apartamento y por la noche que le había hecho pasar.
Él sonrió, la cabeza le dolía por la resaca y el sol en sus ojos se lo hacía notar.
-¿Me ayudas con algo?- le preguntó.
-¿Con qué?- respondió ella con otra pregunta.
-Miras qué tengo en el brazo, es que me arde.
-Ah, tranquilo, es un catéter.
-¿Y por qué?
-No se, simplemente quise insertarte uno en la Arteria Braquial para que poco a poco te desangraras.
-¿O sea que me estoy desangrando?- dijo él desesperado.
-No, solo un poco.
-Pero si me estoy desangrando, donde está mi sangre.
-Ah, el cateter lleva una sonda que transporta tu sangre a una pequeña taza que hay tras de ti.
-¿Y eso? ¿Por qué?- preguntó él.
-Nada, simplemente te voy a mostrar algo y ya.
-Pero no me jodás, no ves que me estás matando.
-No, no te estoy matando, tu te estás muriendo de a poco.- le dijo ella, para tranquilizarlo.
Según lo que había leído, se demoraría unas horas más, ya que el catéter hacía que la sangre bajara por gotas y no a chorros, como muestran algunas peliculas de Tarantino.
Cuando vio que él estaba por empezar a entrar en shock, lo miró a los ojos, le besó la frente, sudaba demasiado.
-Mira ahora qué bonito esto.
Sacó un poco de jabón, lo mezcló con la sangre, luego usó un pitillo de esos que venden en los parques y sirven para hacer burbujas, lo untó en la mezcla, y empezó a soplar.
Las pompas que hacía eran de un rojo carmesí, mezclado con todos los colores del jabón cuando se formaba, que ella lo disfrutaba.
-Estás loca- le gritó.
-No, simplemente soy una artista y mi obra de arte eres tú- le dijo dandole un beso.
Ahora unas cuantas fotos y queda todo listo. Tomó el teléfono, lo puso en las piernas de él.
-Te quedan unas dos horas, máximo, de vida, si puedes, llama una ambulancia.
Le dio un beso, tomó su bolso y con sus tacones altos y sus caderas exuberantes salió del apartamento.
Mostro!! teso!
Uy Juanse, que vieja más loca!!!
Súper bueno!!!
Abrazos!!!
ooooooooooooohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!
(esa parece la Lila del cuento que escribiste! es ella?!)
superás a Tarantino!
me gusta,Juanse!
besitos*
muy interesante , sisi.
Excelente!