La Princesa Y El Sapo

A Danii

La princesa y el sapo

Ella había crecido como lo que era, una princesa, tenía veintitrés años y como era ley, debía casarse con un príncipe digno de su rango dentro de la sociedad. Era una adicta a las buenas películas, a la música y a la princesa y el sapo, ese cuento de hadas que la hacía soñar con ese hipotético de un galán que por un hechizo surgiría de un beso con un anfibio que hablara.

Estaba parada en su balcón mirando hacia el horizonte, suspirando con la luna y las estrellas, pidiéndoles que le trajeran a ese príncipe azul que la desposara, cuando de repente a sus pies se escuchó algo.

-Hola- le dijo la voz.

Ella bajó la mirada y encontró tras una de las columnas del pasamanos un sapo verde, de contextura extraña, sonrió y lo saludó.

-Hola- le respondió ella- ¿Eres tu mi príncipe azul?

El sapo sonriendo la miró de arriba abajo, condescendientemente, sacó su voz más galante y le dijo:

-Si, soy el príncipe que siempre has soñado, he sido hechizado hasta que encuentre mi verdadero amor y me bese sin importar mi apariencia.

La princesa se apresuró, confiada en que ésta sería su oportunidad, lo tomó en las manos, se abalanzó sobre él y cuando iba a besarlo, éste saltó de sus manos.

-Wow, comiste cebollas- le dijo el sapo- aun no te has lavado los dientes, además, no beso en la primera cita, así que espera hasta que te conozca bien y ver si realmente eres ese verdadero amor que siempre he querido.

La princesa extrañada lo dejó irse y entre suspiros concilió el sueño esa noche.

Al otro día, entrada la noche, el sapo volvió, la princesa lo esperaba sentada en el balcón, él la invitó a salir a pasear por los jardines; le había preparado una película con una buena comida, luego de todo, cuando ella se abalanzó a besarlo, él se alejó con el pretexto de que era antihigiénico besarse después de comer.

Así fueron gestando poco a poco una relación, salían cada noche, a leer, fueron a teatro solo para ellos dos, él le contaba historias, pero siempre, siempre terminaban con una buena comida.

Un día, luego de casi dos meses saliendo a diario con él, la princesa ya enamorada de ese sapo tierno, que tenía una cosa nueva para hacer cada día,  y  triste por el pretexto de que siempre era antihigiénico darle el beso para romper el hechizo, pero entendiendo que el sapo se estaba enamorando de ella, ese día decidió llevar su cepillo de dientes entre su cartera para poder dar el siguiente paso.

Llegaron, se sentaron frente al lago, al fondo cantaba el mejor tenor del reino, quien era amigo de la infancia del sapo y quien accedió a ayudarle con la cena romántica de esa noche.

Cuando hubo terminado su función, el tenor se marchó, ellos pasaron a la comida, la luna alumbraba en el cielo, las velas iluminaban sus rostros, él sentado en una silla especial para su tamaño, ella terminó y se paró para cepillarse los dientes, él se quedó mirando perplejo el cielo con las estrellas que tanto le gustaban, sentía las mariposas en el estomago que revoloteaban con más fuerza que siempre.

Ella se acercó, lo miró a los ojos, lo tomó en sus manos, lo acercó a su rostro, él temblaba, era nervioso, tímido, pero esperaba el gran momento, ella posó sus labios sobre los de él, cerró los ojos y le dio un profundo beso, nada pasó, ella volvió a intentarlo, pero nada pasó.

Él sonrió, ella también, pensando que tal vez tocaba esperar un tiempo, pero nada pasó, él nunca se convirtió en un príncipe azul, pero fue tanto el amor que logró despertar en ella, que terminó siendo el mandatario del reino que ella heredaba.

12 comentarios

  1. <3 …. Historias Así, Ponen a Esa Personita Muy Feliz, la Dejan Careponque y la Hacen Pensar Mas y Mas y Mas en el Autor de Estas, Que la Tiene Muy Muy Muyyyyyyyyy Enamorada …. :$ :$ … Kiwibesos Y Estrellabrazos ..

  2. jajaa…Juanse, muy bacano el cuento, además se sale de ese esquema del fianl de cuento de hadas, este final es muy particular y además, como lo diría una profe de lectoescritura de primaria, deja una enseñanza…nos seguimos leyendo…un abrazo.

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