Héroe

Ilustración: Esteban París Para: El Colombiano

Cuando acabó la guerra contra su principal enemigo, se quitó el uniforme y se sintió héroe de verdad.

Desde hacía muchos años le habían dicho que para pasar a la historia, ser recordado por muchos y terminar en el Olimpo de la gloria nacional, debía honrar el uniforme y, sobre todo, matar al enemigo.

Le contaron que el exterminio de otros era la única forma para lograr la gloria. Pero con el pasar de los años, miles de balas disparadas y la pérdida de muchos de sus amigos, había ido confirmando que por más que se sacrificara en el monte, no iba a ser recordado por nadie, pues al final su lucha no sabía si era por eliminar al enemigo, por egos militares sedientos de sangre o por llenar números en planillas de estadísticas.

Es más, cada vez sentía más vergüenza de ese ego sediento y sobre todo de ese afán por convertir vidas en cifras para justificarse.

Había cumplido la mayoría de edad con las botas llenas de agua, los veinte años lo alcanzaron escondido de las balas tras un árbol. Cuando cumplió veintitrés iba mirando al suelo evitando las minas para salir entero de esa finca donde, se suponía, había una cuadrilla de enemigos.

Los héroes no se esconden, los héroes no sienten miedo, los héroes no son olvidados. Pero la historia de Colombia era distinta, sus héroes terminaban muchas veces bajo tierra, con una bandera encima y un sonido de corneta destemplada llenando el silencio de un cementerio donde todos son iguales, buenos y malos, héroes y villanos.

Porque había visitado muchos cementerios en sus años de servicio, pero sobre todo había enterrado a cientos amigos que soñaban con ser héroes, era que sentía que el final de la guerra sólo podía darse por medio del diálogo, sin balas de por medio, sin uniformes, solamente respetando al prójimo y cambiando su mirada de odio.

Fue por eso que cuando se quitó el uniforme se sintió héroe, aunque sería más héroe el día en que pudiera volver al casco urbano de Mitú a abrazar a la mujer que le coqueteó toda una noche y le dijo que lo esperaría, la misma a la que tuvo que dejar plantada porque sus superiores le dijeron que era enemiga, la misma a la que posiblemente hubiera tenido que matar en algún combate, la misma que por los sueños de mucho, dejaría de ser un sueño y se convertiría en la única testigo de cómo él se convertía en un verdadero héroe: un héroe que salvó su vida para vivirla al lado de quién le entregó su amor sin importar lo que según muchos los diferenciaba.